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Repensar las ciudades: el reto del siglo XXI

El origen de las ciudades se ha trazado tradicionalmente a partir del año 9.000 A.C en la zona de Oriente Medio, en el Creciente Fértil. Pequeñas comunidades abandonaban el nomadismo para congregarse en la ciudad. Recolectaban alimentos, cazaban animales y pescaban en los ríos cercanos. Una forma de organización social que se extiende hasta nuestros días. Para 2030, según la ONU, existirán más ciudades y megaciudades (poblaciones de más de 10 millones de habitantes) que nunca, y darán cobijo al 60% de la población mundial.

El origen de las ciudades se ha trazado tradicionalmente a partir del año 9.000 A.C en la zona de Oriente Medio, en el Creciente Fértil. Pequeñas comunidades abandonaban el nomadismo para congregarse en la ciudad. Recolectaban alimentos, cazaban animales y pescaban en los ríos cercanos. Una forma de organización social que se extiende hasta nuestros días. Para 2030, según la ONU, existirán más ciudades y megaciudades (poblaciones de más de 10 millones de habitantes) que nunca, y darán cobijo al 60% de la población mundial.

La proliferación de ciudades trae consigo beneficios evidentes: bienestar, prosperidad económica y oportunidades para los habitantes. Sin embargo, su masificación presenta desafíos que no pueden pasar desapercibidos: desequilibrios demográficos, sociales y medioambientales. Si la tendencia no se puede revertir porque las oportunidades de las urbes son superiores a los costes de vivir fuera de ellas, la solución pasa por repensar el modelo de ciudad, realistas de que acapararán un alto porcentaje de población mundial y provocarán un tránsito de llegada de miles de personas.

“Las rutinas del ciudadano están cambiando con la creciente conciencia medioambiental, muestra de que la transición está en marcha. Sin embargo, el cambio de mentalidad debe ir acompañado de unas infraestructuras sostenibles. Es decir, que la ciudad que habitamos, los puentes que cruzamos, las carreteras que recorremos, las fuentes de energía que consumimos y los medios de transporte que empleamos deben ser intencionadamente sostenibles”, recalca Afreen Siddiqi, investigadora y profesora del programa online Sistemas de Infraestructura Sostenible de MIT Professional Education.

Para leer el artículo completo en La Razón:

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